jueves, 29 de mayo de 2008

RONDAS



Los recuerdos se oxidan en contacto con el aire y es mejor preservarlos dentro; el paisaje que quedó prendido como un fotograma, los viajes, los amigos para siempre, la novia antigua. Ya no están, ya no somos quien éramos. Sólo quedan imágenes desfiguradas y no hay que intentar volver, solo recordar. La vida sólo tiene un sentido, solo circula en una dirección, de atrás hacia adelante, como el agua del río.

Al anochecer entro por el acceso 13, dirección Llobregat, después Ronda Litoral, a la derecha el puerto. Dirección Besós, paso por el túnel de Colón, aparecen las luces del Arts. Frente marítimo, zona Fórum, más túneles confundidos con la noche. Nudo de la Trinidad, dirección Llobregat de nuevo. Los recuerdos son mi único patrimonio y aunque volver atrás sea solo un simulacro, practico un ejercicio privado de eterno retorno, contra el río unidireccional de la vida. Vall d’ Hebrón, iglesia del Tibidabo como una luz flotando en el cielo. Zona alta, Diagonal...y otra vez Ronda Litoral, el puerto....

Absorto,con la mirada perdida en la intermitencia de las líneas blancas en el asfalto y la extraña geometría de luces paralelas que se acercan. Mientras, discurren los recuerdos agolpados en un caos sin sentido, en una circunvalación de Rondas de Barcelona sin fin, otra vuelta más y otra y otra.... hasta llegar de nuevo a la Salida 13, de vuelta al presente y a la realidad del depósito vacío.

jueves, 15 de mayo de 2008

LUZ Y PENUMBRA



Nunca escribí más allá de unas pocas cartas, en la ya lejana época del correo ordinario y el papel. Dónde se podía tocar el trazo del remitente y su respuesta llegaba con una semana de demora.

Desde hace ya más de un año- a causa de un afortunado y curioso azar – escribo sobre pantalla. Literatura menor con opiniones y sentimientos encerrados.

Todo parece fácil en pantalla, los textos surgen como si el teclado actuara solo , al modo de esos pianos mecánicos, cuyas teclas parecen ser tocadas por manos invisibles.

Todo parece sencillo en pantalla, como si se desterrara el esfuerzo por ser un castigo divino. Si las cosas cuestan mucho esfuerzo, es que quizá no valgan la pena.

Hoy, con el ordenador averiado, ya lo ven Ustedes, olvidé escribir en papel. Me falta la luz de la pantalla y su penumbra alrededor. Falta la imaginación y el encanto.

Saberse estúpido ante la hoja en blanco y reírse de ello, tal vez sea la primera prueba de talento.

jueves, 8 de mayo de 2008

30 AÑOS



Una mañana de domingo sin saber que hacer, me fui a un museo. Poco me importaba la civilización etrusca pero me metí en la exposición. Caminé entre largos textos explicativos, esculturas, utensilios de la época colocados en vitrinas y recreaciones proyectadas de la vida de aquel pueblo. Me senté en un banco de descanso del museo, preguntándome qué hacía allí, mientras miraba a un guerrero etrusco roto por el tiempo.

De repente apareció Fernando. Llevaba de la mano a sus dos gemelos, niño y niña de 6 años, a su lado su mujer. Compañera, se decía antes, en los tiempos progres. Hacía años que no le veía. Los niños se enzarzaban por sus piernas en un eterno juego que le hacía perder el equilibrio. Me alegré de que mi hijo ya tuviera 21 años.

Los saludos de rigor, alguna carantoña a los chiquillos. Dos besos a su mujer que no conocía. Le pregunté que tal llevaba la paternidad tardía y él entre bromas parecía decirme que era casi insoportable.

Yo no tenía un buen día y le solté una frase impertinente. Algo así como que los hijos hay que tenerlos cuando aún somos jóvenes. Me arrepentí al instante. Vino a mi pensamiento como una flecha, un episodio olvidado. Cuando un lejano día allá por el 78, Fernando vino a pedirme un préstamo para ir con su novia de entonces a Londres. No de turismo, sino para ir a cierta clínica donde hacían desaparecer a los hijos no deseados.

Volví a sentarme. Tras los gemelos me pareció ver otra figura, la de un hombre de 30 años muy parecido a mi amigo, el hermano mayor de los gemelos. La visión solo duró un segundo, enseguida volví a ver al guerrero etrusco.

Nos despedimos sin intercambio de números de teléfono, ni de correo electrónico.
En sus ojos creí ver un fondo de tristeza o de reproche.

domingo, 4 de mayo de 2008

EN ESTADO DE GRACIA



Aquel día, todo parecía ser armonioso. El trabajo me dio una de esas alegrías esporádicas, escasas en el tiempo. La operación se cerró en el restaurante, el cliente pasó a ser casi un amigo y por una vez todo fue fácil, rodado, según lo previsto en una estrategia tejida minuciosamente, con un resultado satisfactorio para ambas partes.

Celebramos el acuerdo, como suele ocurrir, con demasiado alcohol. La bebida tuvo un efecto de largo recorrido, permitiendo despedir al cliente sin perder la compostura. Su acción apareció poco más de una hora después.

La vida diaria con su velocidad no nos deja tiempo ni para recordar las cosas que nos hacen felices. Pero aquel día, en ese estado de gracia solo había lugar para los pensamientos positivos, para la euforia de los buenos recuerdos. La discografía completa de mi cantante favorito en el cd del coche, como banda sonora de todo lo que se agolpaba de repente en mi pensamiento, el amor furtivo cuando estábamos en público y las manos se iban bajo la mesa, tus pases de modelos en la habitación mientras te observaba desde la cama, el instante antes de estar juntos, la prisa por llegar hasta tu cuerpo. La inmediata explosión de risa después del sexo. Imaginar viajes imposibles. Reírnos de los envidiosos con esa sensación de que somos únicos, que a nadie le pasa lo mismo, que nadie nunca ha vivido así.

Envuelto en esa felicidad, llegué a la puerta de un parking, cercano a la última visita que debía hacer aquella tarde. Me metí hasta la barrera de salida. Un hombre me hizo señales de que iba en contra dirección. Di marcha atrás acelerando por una rampa en curva hasta oír un crash y una sacudida contra el respaldo. Vi el pilón de hierro demasiado tarde, oculto por mi exaltación.

Al día siguiente: presupuesto de reparación chapa y pintura 500 € .

jueves, 1 de mayo de 2008

EL MEME



Ante la amable convocatoria de Nanny Ogg (algún día me vengaré) acerca de escribir las ocho cosas que me gustaría hacer antes de morir, debo confesar que en un principio me vino cuesta arriba el “encargo”. Dejé pasar los días como si el tiempo pudiera ocultarme de esta difícil prueba. Al mismo tiempo iba espiando los memes de los otros “agraciados” del grupo que la Sra. Nanny había seleccionado. Transcurridos varios días y viendo como todos entregaban sus trabajos, el remordimiento me consumía.

A pesar de no gustarme la participación en grupos, ni en acciones “lúdicas”, en esta ocasión y después de ver la calidad y puntualidad de los trabajos, no tengo más remedio que acudir a la cita. Ahí van pues, los ocho deseos.


1º No repetir cada día las mismas cosas y acabar siendo un esclavo del hábito, sin fuerzas para arriesgar.

2ª No evitar una pasión, prefiriendo el orden y lo correcto a un torbellino de emociones.

3º Huir de los consejos sensatos.

4º Viajar, leer, conocer, saber y aprender sin límites.

5º No destruir nunca más mi amor propio.

6º Encontrar espíritus afines.

7º No dejar los deseos encerrados en el cajón de lo imposible, sino hacerlos realidad.

8º Morir en paz, sabiendo que he vivido.


Disculpen Uds. la poca originalidad.


Los próximos nominados son:

-Akroon.
-Mar
-Kotinussa
-Johnny Ingle.
-La Verdadera.
-Lolilla
-Pegasux
-Amy