Hablaba de actualidad, entrevistaba políticos, protagonizaba tertulias y opinaba sobre cualquier cosa pontificando con énfasis en proporción inversa a mi ignorancia sobre el tema a tratar. Incluso durante un tiempo me dediqué a la información deportiva.(Mi madre nunca lo supo)
Ahora soy un periodista de éxito desde que abandoné la información convencional. Encontré el filón. Desde hace un año dirijo un programa de radio que ya es líder de audiencia en su franja horaria. Se preguntarán Ustedes de que trata mi espacio radiofónico para conseguir tal éxito. Muy sencillo: Espiritualidad, conducta humana, inteligencia emocional...Todo ello aderezado con unas gotas de sabiduría oriental, ya saben, un poco de meditación, yoga, pinceladas budistas, algún repaso superficial a míticas religiones; induísmo, sintoísmo, un poco de taoísmo... Sin olvidar alguna incursión a ciertos rituales primitivos africanos, chamanes, etc. La mezcla es infalible.
Me rodeo de especialistas que invito al programa, los cuales sueltan su discurso, cuanto más absurdo y falto de rigor mejor. De manera que por ejemplo una tarde me traigo a dos psicólogas que después de plantear un tema relativamente sencillo, se contradicen diametralmente en sus diagnósticos, sin discutir siquiera entre ellas. Cualquier oyente con dos dedos de frente no dudaría de eliminarlas de la profesión.
Los antropólogos que vienen al programa dicen cualquier cosa aberrante y nadie les discute ni un ápice de su discurso. Los semiólogos teorizan sobre conductas humanas incomprensibles. Los naturópatas tratan de inculcar sus sermones desquiciados y así toda clase de impostores que se van turnando día tras día en mi espacio.
Poco a poco van surgiendo en mi programa nuevos expertos en disciplinas sin la menor base científica, ni de ninguna clase. Practican el más absoluto desprecio al saber de la Humanidad que tantos siglos de trabajo y estudio ha costado. Toda esa pléyade de mamarrachos, destruye de un plumazo la cultura, la ciencia y la historia.
Como les digo el programa es todo un éxito, pero soy ambicioso y hace poco publiqué una novela también sobre temas espirituales. La escribí en tres semanas, sólo era cortar y pegar. Me limité a transcribir las intervenciones de mis absurdos colaboradores e invitados. ¿Qué creen que pasó? Efectivamente ; me concedieron el premio de narrativa de la ciudad, al mes siguiente la medalla de honor al periodismo más innovador. Mis amigos siempre tan atentos, agradecen mis invitaciones a la radio. Entre todos formamos un influyente lobby lúdico, sin otro objetivo que gozar de la buena vida, la fama y la ascensión social a costa del cretinismo ajeno.
Mientras tanto mis oyentes, pedalean sobre bicicletas por toda la urbe, haciéndola insufrible. ¿Aún no se han enterado que existen las motos? Cuando llegan a casa tratan de practicar las enseñanzas vertidas en el programa con sus respectivas parejas; Tocarse más, comunicarse, el afecto, el amor, etc.. Ya me dirán el interés que tal práctica puede tener en una pareja de largo recorrido....Pronuncian la palabra energía unas quinientas veces al día, se sientan en posición de loto y sustituyen su cómodo colchón de toda la vida por un infame futón japonés. Educan a sus hijos en el diálogo y la comprensión, creando una generación de monstruos indisciplinados, holgazanes e inútiles. Me elevan a la categoría de gurú y bajo mi guía organizan encuentros multitudinarios, donde su vocación gregaria alcanza la máxima expresión.
Y es que cuando se deja de creer en Dios, se empieza a creer en cualquier cosa.