- Armando, debe ser el efecto del alcohol que....
- Ni alcohol ni hostias...
No podía creer lo que me estaba contando Armando. Era surrealista, en las antípodas de su ideología. Aquel prototipo de progresista, ahora me salía con estas. En aquel bar con la música demasiado alta y montones de gente alrededor.
- Me vino de repente esa obsesión hace unos seis meses. Tenía a Marta sobre mí como tantas otras veces y no sé por qué ni cómo mirando su cara, empecé a preguntarme como hacía el amor con todos sus amantes anteriores.
- Vamos a ver... Armando -le dije con una sonrisa incrédula- pero como se te ocurre a estas alturas.... y tú, el último hombre que podría pensar en eso. Si lleváis casados mas de diez años ya.
- Vale, nunca lo había pensado hasta ese momento. Pero ahora no se me va de la cabeza. Una tarde que ella no estaba en casa, empecé a registrar todas sus cosas, sus cajas de recuerdos, sus fotos antiguas y allí volví a encontrar aquella foto en la playa de hace 20 años con una amiga y un par de franceses de mierda veraneando en un camping de la costa. Joder aquel puto francés se tiró a Marta tío.
- Y qué, Armando, que coño pasa, no pasa nada. ¿Vas a tener ahora celos retroactivos? Qué importa el puto francés de hace veinte años, igual ya está muerto, joder. Además entonces tú ni sabías que existía Marta.
- Quiero saber como follaba con otros , me entiendes? Quiero ver la película, los detalles. Si lo hacía igual que conmigo o no.
- Te ha salido ahora la vena masoca o qué? Qué más da todo eso, no está desde hace diez años contigo?
- Sé que es ridículo, soy un imbécil, pero cada noche se me aparece el francés, aquel otro gilipollas que le hizo una foto a Marta junto a su coche con bandas laterales y pegatinas de Pachá, su antiguo novio de cuando iba a la escuela de idiomas. Se me aparecen todos ellos en una pesadilla de orgías sin fin con Marta en medio. Total con todo este mal rollo mío, ya no me acerco a ella, hace un mes que no hacemos nada, nos estamos distanciando.
- Armando deberías preocuparte más del presente que del pasado–le dije, mientras se le entornaban los ojos y en la pantalla de mi móvil parpadeaba “Marta”-.