sábado, 19 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD



Carlos y Juan han entrado ya en la sesentena. Tienen cosas en común: sus largas conversaciones sobre lo divino y lo humano, su afición por el arte, la cultura , las ideas políticas (ambos de izquierdas). Suelen visitar exclusivas galerías, donde encontrar piezas de dificil adquisición. Antes de comprar, Carlos siempre cuenta con la opinión y el juicio de su amigo.

Por diversos avatares del destino un tanto desafortunados, Juan trabaja desde hace años en la empresa de Carlos.

En un apacible mediodía del primer viernes de diciembre, todo el mundo en la oficina recoge los abrigos y las carteras para salir hacia el deseado fin de semana.

-Juan ¿puedes venir a mi despacho?
-Voy enseguida Carlos.

Carlos, desde su sillón de gerencia, presenta un aspecto fúnebre. El rostro color ceniza, los brazos en un gesto oblicuo de mantis religiosa. El cuerpo replegado en sí mismo. Todo un lenguaje corporal dramático para anunciarle a Juan lo mal que va el negocio.

- Las cosas van muy mal. Hemos facturado un 30% menos este año, respecto al anterior. La crisis es terrible, la peor en toda la historia de la empresa. Tienes que ayudarme Juan. No podemos mantener el gasto fijo que representa tu puesto de trabajo. Deberías dejar la empresa y trabajar de forma externa como free lance. Te encargaremos trabajos cuando el personal fijo esté saturado, que espero que sea pronto. Cuando se recupere la economía.

Juan no sabe que responder, mientras sus ojos muestran una extraña querencia hacia el cuadro del despacho adquirido por Carlos hace tan solo quince días, valorado en 60.000 euros.

- Lo entiendo Carlos, ha sido un año muy difícil. Pero lo que más me preocupa es tu aspecto. Te veo muy consternado, no sé si tu salud se resentirá. Debes sobreponerte y..

- Agradezco tu comprensión Juan. Naturalmente como muy bien entenderás, lo que acabamos de acordar entra en vigor hoy mismo. De manera que en este mismo mes de diciembre tu relación con la empresa ya es externa, por tanto no podremos pagarte diciembre ni la paga de Navidad. Pero bueno, los detalles de tu nueva colaboración con la empresa, te los comentará la directora de personal.
Me has quitado un peso de encima Juan. Que bien nos entendemos entre amigos.

Acto seguido Carlos se levanta adoptando de nuevo una forma homínida. Parece haber recobrado un aspecto jovial en una rápida y extraña metamorfosis y le da un fraternal abrazo a Juan, quien responde con otro abrazo automático carente de fuerza.

Juan se va pensando como en una nube, en los beneficios acumulados por la empresa año tras año antes de la crisis. En el inmenso patrimonio personal de Carlos que no podrían gastar sus herederos ni en veinte generaciones y comprende por fin cual es la única religión del mundo y quienes son sus devotos fieles.

Camino hacia su casa, cavila para encontrar una fórmula, lo más amable posible para contarle a su mujer la nueva situación. Pasa delante de los grandes almacenes armados con su agresiva decoración navideña, en los que este año no podrá entrar. Un torbellino de luces intermitentes y villancicos rancios parecen poner la imagen y el sonido a la película negra y surrealista que es su vida.

Una vida equivocada, como la de un espíritu viviendo en un mundo material.