Como cada lunes a las nueve, Pablo ocupaba su puesto frente a mí en la oficina. Nuestras mesas unidas por la cabecera, propiciaban la confidencia para contarnos toda clase de cosas. Eramos ese tipo de obligados compañeros de trabajo, que por fortuna congenian y con los que se hace más llevadera la jornada.
-¿Qué tal el fin de semana, Pablo, has ligao?
-Ya sabes que son las mujeres las que realmente deciden cuando se hace sexo. Me río cuando oigo frases como: Me he tirado a tal chica...A parte de ser de un mal gusto considerable, son completamente equivocadas, incorrectas y no describen de ninguna manera lo que pasa en realidad.
-Como vienes este lunes...
-Siempre son ellas las que deciden. Nosotros nos ponemos la colonia y pagamos la cena, pero el resto depende de su voluntad. De hecho los hombres siempre queremos hacer sexo; hay un estudio que dice las veces al día que tenemos pensamientos libidinosos, la cifra es demencial. De manera que si nosotros no estamos todo el día haciendo sexo, es porque las mujeres tienen cosas más importantes que hacer.
-Venga, Pablo, tú eres joven y bien parecido, no tendrás tantas dificultades...
-Contra esa dictadura arbitraria, tenemos que vivir nuestra sexualidad dependiente. Pero este fin de semana he descubierto un lugar donde si eres joven y mínimamente presentable, tienes la sartén por el mango.
-¿Ah, si y dónde esta ese sitio?
-El local es miserable, tiene un nombre que evoca el Caribe, pero es el único donde la masculinidad se impone. Donde mujeres hambrientas, que superan la cincuentena, darían cualquier cosa por un momento de desmadre contigo. Si eres un hombre en condiciones, cuando entras en ese local, te conviertes en un artículo de lujo. A veces las edades son tan elevadas que dan vértigo, pero tiene gracia el cambio de papeles y las nuevas sensaciones, como cuando una señora mayor que tu madre te procura unas atenciones en los lavabos.
-Ya me darás la dirección.
9 comentarios:
Me pregunto qué sucedería en ese local si se abriera la puerta y entrara una mujer joven y atractiva... Un caos, oiga, un caos!
... Yo para darme un baño de éxito en un local repleto de semejantes especímenes, sinceramente prefiero el retiro (espiritual o material).
Creo que el joven de tu historia parte de un error de concepto. El hombre elije y la mujer elije. Si la elección es mutua, habrá trato, y si no, pues a elegir a otro se ha dicho. No creo que nadie tenga ganas (no he dicho que no lo haga) de irse con el primero o primera que lo elija. De hecho, lo que planteas no es ligar, es aliviarse.
Besazos.
Sra. Akroon: Creo que la joven sería asesinada de inmediato. Ni se le ocurra ir a un lugar asi.
Sr. Ingle: Tiene toda la razón, mucho mejor quedarse en casa con la Play.
Sra Illyakin: Yo creo que seria un alivio demasiado sórdido. No cree?
Le agradezco que vele por mi integridad física.
Aunque, oiga, me estoy imaginando la orgía de sangre y la joven asesinada a bocados por una jauría de mujeres decrépitas... esto da para una novela... póngase a ello!!
Por un lado me alegra ver mujeres mayores de 50 años con ganas de sexo. La menopausia no es el fin sinó el principio de una etapa tanto o mas plena que la anterior.
Y por otro, a las mujeres también nos gustan los cuerpos de hombres bien moldeados, tersos, musculados y jóvenes.
Faltaba en la puerta un gran cartel que diga: "¡Hay árticulos de lujo, pasen señoras y vean, toquen y hagan lo que quieran con el joven!!!!"
Pobre joven, puede acabar hecho una croqueta, jajajajajaja.
Saluditos
Pues en un pueblo de por aquí hay una serie de locales que están en la misma zona y los llaman "la ruta del conejo viejo". Y pasa exactamente esto que cuentas en tu relato. Hace años cuando yo era veinteañera y algo inocente accedí a ir ante la insistencia de una amiga que quería divertirse un poco. Y por supuesto Señor Akroon por poco nos matan, cachis.
Sra. Akroon, sin duda habr�a mucha sangre. Le agradezco el consejo pero a�n no me dedico a la novela negra.
Sra. J�lia, mantenga su ilusi�n acerca de la menopausia, sobre todo si la etapa anterior ha sido muy plena. La comprendo a todos nos gusta la belleza de los cuerpos j�venes.
Sra. Nani, la imagino en su cocina aderezando al joven. Le pondr�a una ramita de perejil en la boca?
Sra. Amy. Corro a mi libreta de notas para apuntar "Ruta del conejo viejo". No hay como la sabidur�a popular.
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