sábado, 21 de marzo de 2009

MUDANZA



“Al fin recordamos la clave. Ya no tendremos que recurrir a soñar para encontrarnos, porque hemos atravesado el cristal que nos separaba lo imaginario de lo real. Existimos y nos hemos encontrado, lo demás no importa”

La caligrafía elegante y ordenada, la tinta azul de la dedicatoria en la primera página blanca del libro, ahora amarillenta y con los bordes amarronados por el paso del tiempo. De una edición de bolsillo cuyo papel seco y rugoso, aún conserva el precio a lápiz: 75 ptas.

El libro que durante tantos años creí perdido, apareció en el fondo de un armario durante una mudanza. Al contrario de lo que suele ocurrir en las mudanzas, donde siempre se pierde algo.

Ella volvió a ser tangible en aquellos instantes, cuando mis dedos tocaron la superficie de sus letras y la pequeña máquina del tiempo personal retrocedió hasta aquellos lejanos días ahora irreales. Tan distantes que parecen pertenecer a la vida de otro. A la de algún personaje de novela, exagerado, arrebatado por la imaginación demasiado calenturienta del autor.

Después, lentamente, el almacén de recuerdos repasó la trayectoria de mi vida insubstancial y sin saber porque se cruzaron imágenes confusas de fechas señaladas y me pregunté que haría ella cuando yo celebraba un cumpleaños, qué hacia un día de Navidad cuando yo lo celebraba con mi familia, qué regalos recibía en una mañana de Reyes mientras yo montaba en el suelo el último juguete de mi hijo. Cómo era su vida en un día laborable, con quién se relacionaba. ¿Habría encontrado en su camino a alguien a su medida?

Hace dos años supe por terceras personas que visitó mi ciudad. Probablemente caminaría por aquellos lugares que yo siempre procuro evitar para no recordarla. Me dijeron que sigue viviendo sola. Preguntó por mí. Le respondieron con vaguedades y lugares comunes, como con sigilo para no levantar expectativas. Dicen que se alegró de que todo me fuera bien.

De vez en cuando despierto brevemente de mi eterna anestesia y el vértigo vuelve. Entonces pienso en entrar en contacto con ella de nuevo. Por métodos laberínticos, indirectos. Si conociera su dirección, relaciones epistolares por correo electrónico o por mensajería instantánea, sin declarar mi identidad. Unas ideas locas para saber como es ahora, como piensa, que hace con su vida. Desde mi enfermizo anonimato, porque no sería capaz de presentarme.

Esta mañana he tecleado su nombre y sus dos apellidos en el buscador de páginas blancas de Telefonica.

8 comentarios:

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

¡Ayyy! que nostalgicos nos ponemos con esas palabras y con esa música. Como se ve el tiempo que ya no se vive, como pasa la vida.Y paro aqui que si no.
Un abrazo amigo

Inés Perada dijo...

No me sea antiguo, Cronopio. Para esto se ha inventado el famoso Facebook.

Salud

Anónimo dijo...

Crono, muy bueno, muy bueno.
Auque google lo sabe todo...

Bssss

Borrasca dijo...

¿La encontraste?

A mí a veces me pasa igual, me dejo llevar por la añoranza y pienso en como sería la vida si... Pero rápidamente desecho esos pensamientos y me concentro en mi aquí y en mi ahora, es lo que hay.

No había escuchado esta canción en la voz de Mª Dolores Pradera, me encantó!!!!!!

Un beso mezclado

JLAmbr dijo...

Bueno, uno siempre se hace la ilusión de que la otra parte le recuerda a uno tanto como nosotros a ella. Pero no se engañe, les importamos un bledo, entonces y ahora.
Como de costumbre, mejor muertos que así.

Novicia Dalila dijo...

Hay gente que se cruza en nuestra vida y nos deja una huella que no desaparece jamás... Es evidente que esta mujer es una de ellas para tí.
Crono, esa "anestesia" no es buena... te impide vivir el momento plenamente. Pasa página de verdad.

Un beso

Akroon dijo...

Hummmmm... fíjese si le comprendo que cada cierto tiempo, cíclicamente de forma inconsciente, busco en skype a mi fotógrafo del National Geographic...

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

A veces es mejor no recuperar ese contacto... créeme. A veces, es mejor mantener la vieja imagen aunque el paso de los años la vuelva borrosa.

Besos