jueves, 29 de noviembre de 2007

UN SER DESORDENADO Y TIBIO


Los poetas sueñan, desde el fondo de su sangre, una sociedad poética colmada de Eros y libertad; y el cronopio es el ciudadano de una sociedad de ese talante, es una clase social o estado del espíritu que permite hacer de la poesía una conciencia real dentro de un espacio y tiempo determinados. El cronopio es la oportunidad que se da el hombre para hacer de su sociedad una obra de arte, un poema genial, conciencia de la necesidad de ser poetas como colectividad y como humanidad.

El cronopio, “ese ser desordenado y tibio”, es un poeta colectivo. En otras palabras, los poetas de todos los tiempos, y sobretodo bajo el sistema de producción capitalista, se han caracterizado por una triste y oscura soledad que los obliga a crear nuevos mundos donde la poesía se torna colectiva y las cosas tienen nuevos nombres, victoriosos, que vistos de cerca, representan una ruptura total con la agonía.

En general, los cronopios son presentados como criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco convencionales, en claro contraste con los famas, que son rígidos, organizados y sentenciosos; y las esperanzas: simples, indolentes, ignorantes y aburridas.

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

(Historias de Cronopios y de Famas. Júlio Cortázar)