sábado, 8 de diciembre de 2007

JARDIN TERMINAL


Manuel, cuando ve llegar a la enfermera le cuenta que una vez hace muchos años estuvo en el Caribe y quiere enseñarle a bailar salsa. Ella sonríe, le sigue la broma y se pone a bailar a su lado. A pesar del uniforme asexuado, Manuel reconoce las finas formas femeninas de los veinte años. Cada mañana ella y otra compañera entran bailando a su habitación, después de haber desalojado los cadáveres de la planta y bajarlos al sótano.
Lo hacen al amanecer o por la noche para ahorrarles esa visión a los demás condenados.
Algunos enfermos que pueden desplazarse empujados en una silla de ruedas miran las habitaciones vecinas para ver si siguen vivos o no sus compañeros. Por la puerta asoma la cabeza blanca de un anciano perdido, de ojos sin mirada.

A lo lejos se oye el zumbido continuo de la ciudad. El trajín de los vivos, que ignoran este lugar, al que han traído a Manuel cuando ya en su domicilio era imposible atenderlo. Sobrevive entre tubos y oxigeno, flotando en un universo confuso de morfina, anestesiada la mente para no ver el fin.

La ventana de su habitación da a un pequeño jardín interior del hospital, con palmeras y árboles que estallan de vida, las flores se abren y su perfume entra por todas las dependencias. Los pájaros con su clamor parecen anunciar la vida eterna. Todo es luz, viento, Sol.

4 comentarios:

Betty Boop dijo...

JOOOOOOOOOOO!!! ....(=_=).... me has deprimido... que triste envejecer sin poder valerse por uno mismo!!...
Ainssssssssss..... con lo contenta que estabaaaaaaa....voy corriendo a llamar a mi madre....y a decirle que la quiero mucho...

Un besito
(^_^)

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Yo siempre me pregunto qué sentirá alguien que está muriendo ante la visión de alto tan lleno de vida ¿Le anima o lo deprime aún más la visión de lo que ya se le escapa?

Puff... ya me has dejado a mí también con el ánimo sombrío :)

Besos

Anónimo dijo...

illyakin

Parece la continuación de mi propio post, amigo. Aquel día era gris y llovía. Desde su habitación, que daba al patio arbolado, las nubes del cielo lloraban sobre su propia nube sedada. Cuando llegué era demasiado tarde, la nube no me dejó adentrarme para despedirme de él y que viera a su nieto, al que había estado deseando abrazar, por última vez. A la caída de la noche, todo se apagó.

Besazos.

Igrein dijo...

...
que triste...

...
Jodo, me he quedado que no sé que decir...

Así que diré que siento la espera, pero que ya estoy aquí.

Un besazo!!!

PD: El próximo más alegre, eh???