sábado, 24 de enero de 2009

SOLEDAD DEL BAR



El camarero birmano sirve dos cafés. Los pone juntos, delante de mí . Creo adivinar en su expresión velada por los rasgos asiáticos , un gesto de extrañeza cuando coloco el segundo café en el otro extremo de la mesa, como para ser consumido por un invisible acompañante.

Quise quedar contigo, después de tantos años de ausencia, para que veas en quien me he convertido. Para que compruebes los estragos que el tiempo y la vida han hecho en mí. Para que sepas que estoy vencido, que no queda nada de aquel espíritu que se creía puro y limpio. Que he sucumbido como muchos otros a la realidad. Que he cedido a las presiones, que ya solo soy un ser mezquino.

Quiero que me veas así, para que esta imagen actual borre la antigua, la idílica , la figura perfecta que fui cuando aún la vida no me había presentado sus pruebas.

Entretanto tomo el café a pequeños sorbos, con más azúcar que el habitual por razones obvias. ¿Cómo estás tú, sigues siendo la misma?, ¿Has sobrevivido y mantenido tus ideales?. Siempre fuiste tan fuerte dentro de tu apariencia delicada.

Te hago estas preguntas en silencio. A diferencia de otras citas en que todo es conversación animada, hasta alegre. Con otra gente que nunca sabrá quien fui, ni de donde vengo y que quien sabe lo que verán en mí. A esa distancia que impone la mesa, esos setenta centímetros que preservan el espacio vital de cada cual.

El camarero birmano me mira de reojo cuando pasa cerca. Tu café se ha enfriado ya. Me llevo tu azucarillo en el bolsillo, de recuerdo.

Pido la cuenta y me voy.


8 comentarios:

Borrasca dijo...

Nunca he hecho ese experimento (por llamarlo de alguna manera) por suerte o por desgracia, no me gusta mirar por el retrovisor...

Besos de chocolate

Anónimo dijo...

Los estragos de la vida muchas veces no se notan por fuera, sino por dentro, cuando el escepticismo se apodera de tus ilusiones y se las lleva no sé dónde...

Besos

JLAmbr dijo...

Mezquino, quizás (eso habría que averiguarlo, como dijo el otro)...¡pero no veas cómo escribe!

Inés Perada dijo...

Estoy con Cieso.
Y además ¿ que importancia tiene lo que piensen / pensemos los otros?
Me gusta la idea, aunque no tiene por qué ser en un bar...en casa, a solas, hacer preguntas a ese ser imaginario que podría estar ahí, después de tanto tiempo...

Salud.

Ambrosía dijo...

Preguntas lanzadas en la soledad del viento... cuyas respuestas siempre topan con el silencio mas escandaloso... caxis!!!...el tiempo nos cambia a todosde un modo u otro. Pero a usted, desde luego como bien dicen otros comentaristas, le sirve para escribir cada día mejor...
Un besooooo..... con mascarilla, para no contaminar con los virus que me invaden.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Todos nos hacemos infinidad de preguntas q2ue quisieramos hacer a otros, pero quizá no merezca la pena. Las cosas son como son y de nada sirve mortificarse, ¿no crees'.
Besicos muchos.

Anónimo dijo...

Recuerdo que alguien me aconsejó no hace mucho tomarme un café de esa guisa en cierto cafetín madrileño; en esa ocasión, el café que se enfriaría iría en honor de esa persona. Afortunadamente (y más aún teniendo el cuenta los derroteros que llevamos desde entonces), aquel café me lo tomé ciertamente en el lugar recomendado, pero en gozosa compañía.

Cómo me gusta cuando se pone en plan micro-íntimo. Su brevedad y su acierto acabarán siendo legendarias. Al tiempo.

Besazos a pares.

Novicia Dalila dijo...

¡¡¡Que triste Crono ¡¡¡
Pero hay otra posibilidad, creo. Igual tu quieres mostrarle tu decadencia, los estragos que la vida ha hecho en tí, tanto por dentro como por fuera, pero igual ella (asumo que es una mujer, no sé por qué) de presentarse, ni siquiera la reconocerías.... Igual su vida la ha tratado incluso peor que a tí la tuya... Yo intentaría otra cita :D

Un beso Crono