sábado, 30 de mayo de 2009

RELIGION



La ciudad de los muertos, no es una metáfora, sino una ciudad auténtica con calles, plazas, monumentos suntuarios, panteones en forma de catedral gótica con torres de agujas flamígeras y estatuas de ángeles en imposible actitud de consuelo. Con tumbas de elegante mármol grabado con letras de oro y edificios de nichos de nueve plantas de altura. El silencio se ve turbado por el constante murmullo del tráfico de la Ronda Litoral. Al otro lado del muro, la ciudad de los vivos.

Dos veces al año observo su imagen al llegar y al despedirme, después de cambiar las flores y limpiar el lugar de mis difuntos. A juzgar por la fotografía, murió muy joven. Tras el cristal de la lápida un chico de apenas catorce años con americana de cheviot, corbata negra, gafas de pasta y pelo rizado. Su expresión cándida de toda una vida por delante va apagándose con los años. La foto en blanco y negro ha ido virando a sepia por el procedimiento natural del paso del tiempo. La cruz grabada en el marmol blanco, queda semioculta por una cinta colgante con los colores del equipo de fútbol de la ciudad que sostiene una pequeña copa central delante del retrato. Reproducción de un remoto trofeo conseguido por el club.

Ayer, mientras contemplaba la fiesta por la consecución de las tres copas, en medio de la algarabía, los fuegos artificiales, el claxon incesante de los coches, el sentimiento de comunión de más de un millón de personas por las calles y de algunos más por todo el país, comprendí el sentimiento religioso.

Una religión que no es adoración ni temor a un ser superior, es la capacidad de unirnos en una emoción común, en un objetivo, en un deseo de todos. Tal vez el deseo de ser mejores de lo que somos, representado por un equipo de fútbol con oficiantes de veinte años.

La última vez que visité el cementerio observé que el joven difunto hacía mucho que no recibía visitas. El polvo hacía casi invisible su retrato. Una extraña y nueva devoción quizá me mueva a llevarle este domingo tres pequeñas reproducciones de los trofeos o unas rosas blaugranas.



6 comentarios:

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

Supongo que todas las religiones tienen un principio futbolero o ¿se llama devoción? Bonito lo de las rosas blaugranas ... y que no se les haya ocurrido a ningún cultivador Menuda idea la tuya.
Besos

Novicia Dalila dijo...

Muy bonita forma de contar la misma historia que se lee en muchos blogs... Ese punto "espiritual" lo hace diferente.
Un beso, Crono

tecla dijo...

Estoy sumamente emocionada Crono.
Ahora mismo me iría a la ciudad de los muertos y hacerle revivir a este chico aunque sea por unos instantes con mi presencia.
Dejar sobre su nicho tres rosas rojas en señal de devoción.
Y unirme junto a tí en los instantes de fervor por una alegría común entre miles y miles de personas.
A eso le llamo yo presencia de Dios.
Un abrazo.

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Pues se ve que a mí me falta algún gen porque ni así acabo de entender la religión. Será que no he encontrado nada que desee seguir de esa manera. De todas formas, reconozco que a mí también me dieron ganas de ir y limpiar ese retrato y dejarle unas flores al muchacho. Sentimental que soy.

Besos

Stultifer dijo...

Después de un minucioso estudio, STULTIFER te otorga el prestigioso galardón al MEJOR BLOG DEL DÍA correspondiente al día 2 de junio de 2009 en No sin mi cámara por los contenidos y matices.

Visitanos y comenta con nosotros. Saludos cordiales.
Vamos, que nos ha gustado mucho y hemos querido acercarnos a ti.
Puedes colgar el Premio voluntariamente en tu blog.

Ya formas parte de la Orden del Stultifer de Oro.
Y si tienes una escalera, mándanosla y la publicamos inventándonos una historia.

Inés Perada dijo...

Las religiones, equipos de fútbol, la búsqueda incansable del amor...¿qué más da? la sensación parece la misma, necesitar creer en algo, en alguien...que nos haga sentir que estamos menos solos, ese algo que llega inevitablemente con la muerte.
Salud.