viernes, 29 de febrero de 2008

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS



Podría parecer a simple vista un anillo para un dedo gordo. Coronaba su parte superior, un pequeño cilindro de brillo metálico, envuelto en un material gomoso y transparente, --el mismo que formaba el aro- del que surgían dos orejitas como de conejo en miniatura. La extravagante alianza era flexible, extensible y dúctil. A las orejitas se les adivinaba una movilidad frenética a juzgar por como temblaban con solo tocarlas.
Se diría que era un anillo universal adaptable a cualquier diámetro, ventaja ésta que facilitaba su fabricación en grandes series.

La hoja de instrucciones (en inglés), aseguraba las bondades de la pieza, mediante didácticos dibujos que ilustraban sobre su uso y aplicaciones. El extraño cilindro superior albergaba un micromotor accionado con una pequeña pila de reloj de pulsera.
El mando para ponerlo en marcha era un simple taponcito en el extremo derecho del cilindro que actuaba dándole un pequeño giro.

Con la ilusión que toda compra produce, Oswaldo abandonó la tienda del señor de los anillos, atravesó alegre y veloz las calles deseando encontrarse con Jennifer, su novia.
Una vez en casa, impaciente, quiso compartir con ella las alegrías que prometía la publicidad del producto.

Desenvolvió torpe y urgentemente el anillo para mostrárselo a Jenny. Ella no entendía aquella especie de sortija transparente y temblorosa. Él le anunció que aquel anillo los mantendría muy unidos en el futuro.

Oswaldo, con la impaciencia propia de un enamorado quiso probar en el acto el singular anillo, animado por su fe en la tecnología y su entusiasmo por los diseñadores de vanguardia.

Desplegó todo su ardor con Jenny, que sorprendida y divertida se unió enseguida a la acción aportando su mejor disposición al encuentro amoroso. Oswaldo respondió con rapidez a los estímulos de su pareja, de forma que su órgano copulador en pocos segundos adquirió la dureza necesaria para ser rodeado en su base por la misteriosa sortija.

Tumbado boca arriba, invitó a Jenny a sentarse sobre él para acoplarse profundamente. Excitado por la novedad y el anhelo de estrenar nuevas y placenteras experiencias, se apresuró a accionar el anillo girando levemente el taponcito interruptor.

Al instante un sonido de moscardón se interpuso entre el diálogo de los amantes. La frenética vibración del micromotor movía las orejitas del conejo en miniatura a tal velocidad que desaparecían de la vista, semejando alas de colibrí. Como su función no era otra que estimular el centro del placer de Jenny, Oswaldo al principio esperanzado en el satisfactorio resultado, cayó en una súbita decepción al observar a su compañera sobre él, sonriente y distraída mirando hacia la ventana.

Esta visión, sumada a las paradas involuntarias del aparato provocadas por un mal contacto eléctrico (Made in China), las idas y venidas de sus dedos nerviosos girando y ajustando el taponcito, provocaron al poco tiempo, la distensión de su miembro que ya flácido cabeceó a un lado rodeado tristemente por aquella alianza que en lugar de unir a los amantes en los placeres intensos del amor, los deshizo en risas.

La mirada burlesca de Jenny, aumentó la contrariedad de Oswaldo. De explorador de nuevas técnicas pasó a ser una ridícula víctima de la publicidad engañosa. Herido en su dignidad, resolvió volver al día siguiente a la tienda y juró vengarse del señor de los anillos.

15 comentarios:

Pegaso dijo...

Un poco egoísta el Oswaldo, ¿no?
Si lo que quería era algo que sólo le hiciera disfrutar a él, que se hubiese comprado una Nintendo DS... :P

ABRAZOS

Ambrosía dijo...

jajaja ...es lo que ocurre por adquirir inventos chinos sin garantia alguna.
Estoy de acuerdo con Pegaso en que el tal Oswaldo se compre una nintendo; por cierto, como se vengo del señor de los anillos?.
Un beso.

Inés Perada dijo...

Pero que sepa, señor Cronopio, que los juguetes ( aunque son todos de la gran factoría china) suelen ser eficaces...

Y además, tampoco veo como un fracaso que se rieran mucho, en el buen sexo no debe haber solo momentos solemnes, sino que debe durar lo suficiente para que haya risas,buen vino, parones, vuelta a empezar, y claro, placer...¿pero acaso no son placeres los anteriores?... Será la edad que me vuelve sibarita.

Salud.

Aristos dijo...

Sra. Perada, tiene Ud. razón. La risa puede ser muy gratificante en estas situaciones.
Oswaldo, por su juventud no sabía valorar estas sutilezas.

Saludos.

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Cachis y yo que pensaba en probar uno de esos anillos, nada, nada, ahora me ahorro el dinero y seguiré con los métodos tradicionales :D

Besos

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajaja.
Me he reido mucho porque de una manera muy sutil dices lo inutil de tal aparatito.

Anónimo dijo...

Me parece a mí que el Oswaldo ese era un poco lúdico... asín que se lo tiene merecío.

Es curioso cómo nos sabemos capaces de identificar la publicidad engañosa en todos aquellos productos que, o bien no necesitamos, o bien sabemos sobreponernos a su falta. En cambio, como nos las prometan felices en algo con lo que nos vemos luchando desde el principio de los tiempos, caemos como chinches. Menda ha gastado ya muuuuuushos ebros en productos contra el pelo estropajoso y con tendencia a encresparse. Ar finá, los del deliplús, oye... Y te advierto que la decepción del pelo es peor que la sesuá, que al menos ésta no te la va viendo el personal por la calle.

Besazos.

Anónimo dijo...

Jajajaj esto de los anillos siempre me trae al recuerdo una noche que una amiga mía ligó con un chico y después de quedar para un encuentro sexual para el día siguiente (qué raro verdad, normalmente te vas con él directamente, pues no quedaron para el día siguiente...jajajaj todo era raro aquel día) tuvieron la siguiente conversación:

Él: ¿Te gustan los anillos?

Ella (extrañada y dudosa): Ssssiii claro...

Él: Bueno pues mañana te llevaré uno..

Ella (más confusa todavía): Peeero....cómo vas a saber mi medida¿??

Él: ...esto ehhh nooo si es un anillo vibrador....

Ella (con más vergüenza que pena): Claro qué si no!!!!.


jajajajaj

Amy.

Igrein dijo...

Bua... pues dile a Oswaldo que eso, en mi pueblo, se llama gatillazo... jejeje...

Yo he probado el anillito. Y es muy divertido. No para volverme a gartar los 9 eurazos para las media hora que dura, pero si para probarlo una vez.

Un besote!!!

Anónimo dijo...

Niño, vente pa la fiesta de cumple de Pegasux (por ahora en mi blog), que faltassssss!!! Y tráete el anillo ese, al menos servirá para montar nata, ¿no?

Besazos.

Anónimo dijo...

¡¡¡¡ Y tráete al perro !!!

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Jajajajaja. ya no voy a casa valectronic, ¡ni soñarlo!
Pa que veas que soy cumplidora, y nueva clienta... del blog, del tal valect...,jajajaja que te lo voy a contar, que luego te fumas el poto y ya se sabe, ¡eso.. que luego to se sabe!
Besillos puñeterooooo

Anónimo dijo...

Una pregunta solo por incordiar: ¿y las pilas cuanto duran? ¿vale para una vez o da para unas cuantas? Un saludo

Aristos dijo...

Pegasux: Pregunta de dif�cil respuesta; �Cuanto dura el "una sola vez"? Una vez puede ser muy corta o muy larga.... M�s que las pilas el problema est� en los fallos de contacto el�ctrico. Saludos.

Anónimo dijo...

Valectronic ha llegado, a la casa encendida le comento que hay que probar tecnología punta.
No por gastarse un euro en un anillo se puede llegar al estasis.Pero puede despertar el libido, todo esta en la mente.
Si eres corto, hay juguetitos que saben llegar al puntillo. Pero arrascate el bolsillo algo mas